jueves, 27 de julio de 2017

[PARTIDO COMUNISTA DE MÉXICO. (MARXISTA LENINISTA)/ MÉXICO) La Revolución Mexicana de 1910-17 y la gran Revolución Socialista de Octubre de 1917

Los comunistas en México reivindicamos la gran Revolución Socialista de octubre de 1917 como un gran salto cualitativo de los proletarios, las amplias masas populares y los pueblos en el proceso por la emancipación de la humanidad. Los Comunistas Marxista–Leninistas retomamos sus enseñanzas y su perspectiva histórica y, en ese mismo sentido, evaluamos la experiencia histórica propia. La valiente y heroica lucha de nuestro proletariado, de nuestro campesinado, de nuestros revolucionarios y el espíritu abnegado y de sacrificio de las masas populares en México, en la revolución iniciada en 1910 en la que después de poner cientos de miles de muertos, las masas populares no cambiaron sustancialmente su situación de opresión y explotación.Son enormes las diferencias cuantitativas y cualitativas que han hecho de la Revolución Socialista de Octubre de 1917; en tanto la Revolución Mexicana de 1910–1917, siendo un importante episodio en la historia universal; sin embargo, no tuvo, ni puede tener el peso y la influencia transcendente en los procesos revolucionarios modernos, como lo tiene la Revolución Proletaria Bolchevique, sin demeritar los esfuerzos, el sacrificio y la audacia de las masas populares. La dirección burguesa de la revolución de 1910–17, que convirtió todo ese esfuerzo en una revolución burguesa mediocre, ni siquiera pudo elevar esta revolución a la realizada en México a mediados del siglo XIX, y menos aún a la revolución burguesa clásica: la Revolución Francesa de 1789.El contexto económico y político de Rusia en que se desarrolló la Revolución de Octubre de 1917, representó una agudización mayor de la lucha de clases a la existente en los inicios de la Revolución Mexicana de 1910, sin embargo, una primera diferencia cualitativa que no depende de la diferencia de contextos, y que es anterior a estos, es la existencia de un partido proletario, de clase, independiente de la burguesía y la pequeña burguesía —que también estaban activas en la revolución—, un Partido (el bolchevique) que supo identificar correctamente la situación económica, política y social, extrayendo y aplicando las tareas requeridas en interés de la clase que representaba y su aliados (el campesinado y las masas populares), experimentado en batallas anteriores, que supo asimilar y clarificar sus mayoritarias derrotas y sus pocas victorias para aplicar sus enseñanzas en la batalla decisiva por el poder en el convulsionado año de 1917.Sumado a lo anterior, los cuadros revolucionarios de octubre de 1917, los bolcheviques, se encontraban formados con una teoría que además de permitirles conocer e interpretar la realidad les clarificaba sus tareas revolucionarias concretas, les permitía ver con claridad las infinitas posibilidades de realizaciones revolucionarias en esos momentos convulsionados y confusos, mientras el ala izquierda de los revolucionarios de 1910 en México, encabezados por los anarquistas, se encontraron limitados por su propia concepción, que si bien les permitió ver que el objetivo político del momento era el derrocamiento del régimen de Porfirio Díaz, al mismo tiempo, les incapacitó para orientarse políticamente después de la caída de éste, orientarse desde los intereses de clase de los explotados, limitando todas las posibilidades y tareas revolucionarias después de la caída de Porfirio Díaz, entregando, en los hechos, aún sin quererlo, la dirección del movimiento revolucionario y el poder conquistado por este en manos de una fracción conservadora de la burguesía.El régimen imperante en el México de inicios del siglo XX, encabezado por Porfirio Díaz, era un régimen capitalista producto de la revolución burguesa dirigida por el ala radical de los liberales (con Juárez y Lerdo de Tejada a la cabeza) en la segunda mitad del siglo XIX, que se mantuvo en el poder por más de 30 años (de 1876 a 1911) al lograr conciliar los intereses de la burguesía y su programa (Constitución de 1857 y Leyes de Reforma), con los intereses del clero y grandes terratenientes, que supieron sortear esas leyes y aprovecharla tregua del gobierno de Díaz, para participar de los nuevos negocios que la época imperialista traía al país en la minería y ferrocarriles, además de otras industrias, pasando de reductos del feudalismo a nuevos capitalistas, aun cuando ideológicamente mantuvieran sus atrasadas posiciones feudales.Este régimen capitalista de tregua y conciliación de los intereses de las clases dominantes, años atrás en pugna, protector y alentador de sus negocios con las potencias imperialistas, era en contraparte un régimen de opresión, represión y asesinato contra las mayorías populares; garante de la brutal explotación de obreros, del despojo violento de las tierras de los campesinos y comunidades, del exterminio de las nacionalidades como la Yaqui, promotor de la esclavitud en amplias regiones del país e industrias como la del henequén, de la restricción casi absoluta de las libertades políticas (burguesas) de las mayorías, aun cuando se ostentaba como un régimen de República Democrática Federal (burguesa).En este contexto general se da la actividad de la oposición reformista y revolucionaria contra el régimen de Díaz, que tuvo gran actividad y enseñanzas durante casi todo el período de existencia del mismo. En contraparte, el régimen opresor acumuló gran experiencia para mantener su poder. Sin demeritar ninguno de estos movimiento previos y atendiendo al tema que nos atañe (la Revolución de 1910-17), tomaremos como referencia histórica inmediata, como antecedente revolucionario inmediato, del inicio de la Revolución Mexicana de 1910, las acciones de masas de 1906 y 1907,y el partido que en ellas intervino.La huelga minera de Cananea de junio de 1906, las huelgas de obreros textiles de Tlaxcala y Sonora en diciembre de 1906, vinculadas a la rebelión obrera de Río Blanco, que se extendió a Nogales y Santa Rosa en 1907,demostraron la potencialidad revolucionaria de la joven clase obrera de inicios de siglo, su derrota y sangrienta represión, evidenció también la inexistencia de una dirección política de clase, de un partido representante de la clase obrera con un programa político propio (con independencia de clase), que tuviera bien delimitado sus objetivos socialistas de transformación social, con sus tareas democráticas, aún en el marco del capitalismo.En su lugar existió un partido reformista burgués, el Partido Liberal Mexicano (PLM),que utilizando todo este potencial y sacrificio obrero y posteriormente la potencialidad revolucionaria campesina, preparó e impulsó diversas insurrecciones y levantamientos desde 1906 hasta 1910, sacrificando vidas con el objetivo central de quitar del poder a Porfirio Díaz. El PLM era un partido burgués–reformista, cuya ala derecha estaba vinculada a la burguesía liberal que impuso la Constitución burguesa de 1857 y su ala izquierda representada por la pequeña burguesía radicalizada y cuadros destacados con influencia ideológica anarquista, encabezada por los hermanos Flores Magón, fue el partido que logró cohesionar la oposición contra el régimen a partir de 1901 y hasta antes de la Revolución de 1910.Desde 1901 inició una constante labor organizativa y política ideológica a través de los Clubes Liberales, los cuales supieron vincularse al creciente descontento y movimiento ascendente contra el régimen, logrando proyectar y desarrollar huelgas e insurrecciones, combinando magistralmente la actividad abierta con labor clandestina.Mientras en Rusia la tendencia ascendente del movimiento obrero y de masas impulsaba hacia la construcción de una sociedad sin explotadores ni explotados, en México a  inicios del siglo XX las luchas y aspiraciones de los obreros, campesinos y las masas insurrectas, no se correspondió con el programa reformista que asumió el PLM, en su fundación formal en 1906; es decir, un programa de reivindicaciones políticas y económicas mínimas para el proletariado y campesinado: jornada de 8 horas y mejores condiciones de explotación para los obreros, devolución de tierras arrebatadas a los campesinos y tibia reforma agraria burguesa para el campo, en tanto que pugnaba por la entrega del poder a un sector de la burguesía diferente al encabezado por Díaz: reforma constitucional que redujera el periodo de elección presidencial, reformas que permitieran más juego democrático a la burguesía excluida del régimen imperante.Los grandes errores y limitaciones de la izquierda del Partido Liberal Mexicano, que marcan la gran diferencia con los aciertos de la Revolución Socialista de Octubre y su Partido Bolchevique, son: que en aras de la unidad, mantuvo su programa burgués de 1906, como el orientador de sus estructuras (clubes y círculos liberales), no aclarando a las masas que era un programa de un sector de la clase dominante, que lo que se requería era un programa revolucionario que planteará la toma del poder para el proletariado y el campesinado, que representara los intereses y demandas más sentidas del proletariado, del campesinado y de las amplias masas oprimidas. Orgánicamente no pudo tener una independencia México de clase respecto de la burguesía, tampoco pudo romper con las formas organizativas burguesas (clubes liberales) que limitaron el movimiento dirigido por ese partido, menos aún pudo innovar en formas revolucionarias que lo potenciaran.Estas limitaciones y errores, desde el punto de vista revolucionario, en detrimento del proletariado y campesinado, limitaron las posibilidades de la revolución que habría de estallar en los siguientes años, entregando la dirección política del movimiento proletario, tanto en lo ideológico como en lo práctico, a la burguesía liberal (ala derecha del partido),además de comprometer los principios de clase, y la propia independencia de clase del proletariado y del sector más revolucionario de la pequeña burguesía (el campesinado).Aun cuando en lo ideológico, a través de sus publicaciones (las diferentes etapas de Regeneración El hijo del Ahuizote), el bloque dela izquierda dirigido por Ricardo Flores Magón promovía la revolución social, la revolucióneconómica (desde la visión anarquista), nunca rompió con el programa del PLM, promoviéndolo y poniendo como centro del mismo: la caída de Díaz, sin dar ninguna perspectiva revolucionaria concreta a las clases populares una vez que esto ocurriera, dejando en manos de la burguesía esta perspectiva, que audazmente supo asumir Francisco I. Madero y las diversas facciones burguesas posteriores. La limitada perspectiva anarquista sobre el poder, la aplicación práctica en procesos revolucionarios reales, en este caso nuevamente salió a flote, y al igual que en otros procesos, dejó el poder en la burguesía (“Ver los Bakuninistas en acción” de F. Engels)Del bautismo de sangre y fuego de la clase obrera y una parte del campesinado en 1906 y 1907, y de los combates de guerra de guerrillas posteriores, organizados por el PLM, supo aprovecharse su ala derecha, que dirigidos por Francisco I. Madero rompieron con el PLM, formando su propio partido de clase burguesa anti–Díaz, el Partido Nacional Anti releccionista, que inmediatamente aplicó como principal forma de lucha la electoral, participando en las elecciones por la presidencia de la república en 1910, separándose definitivamente del PLM, dotándose de su propio programa burgués de clase, que eliminaba toda aspiración sustancial de la clase obrera y el campesinado que existían antes en el programa del PLM, estableciendo como máximo objetivo la lucha por la democracia, la lucha por la renovación de los funcionarios públicos, comenzando por la del Presidente y Vicepresidente de la República, condensado en el lema: Sufragio Efectivo, No Reelección.
Una vez derrotado en las elecciones, copiando el plan del PLM que en septiembre de 1906 proyectó la insurrección, este sector de la burguesía llamaba a levantarse en armas el 20 de noviembre de 1910. ¡Valiente llamado!, al que solo una familia burguesa tomó en serio (los Serdán quienes fueron masacrados en su casa), cuando en varias partes del país el sector más avanzado del PLM ya combatía con las armas en las manos, pero sin poder concretar ese esfuerzo con una táctica audaz que se correspondiera a la efervescencia de masas general y a la necesidad de asumir el poder por y para los explotados y oprimidos.Sin embargo, como se mencionó arriba, la tendencia revolucionaria en ascenso, los cambios cuantitativos en las condiciones materiales de las masas, y en la lucha de clases, estaban maduros para dar un salto cualitativo, situación que fue aprovechada por la clase mejor posicionada en ese momento (la burguesía), que supo palpar la situación, se dotó de su propio partido y programa, supo tejer las alianzas con las clases y sectores de clase opositores al régimen, poniéndose a la cabeza y, al final, aunque irrisorio el llamado a las armas del 20 de noviembre de 1910, y ante la falta de otra alternativa para el ascendente movimiento revolucionario, las masas paulatinamente se fueron sumando al movimiento armado, aunque su horizonte fuera netamente burgués, logrando con su empuje la caída de Porfirio Díaz en mayo de 1911, y el ascenso al poder de la fracción burguesa Maderista cuya tímida y mediocre gestión de 1911 a 1913, sin ningún logro digno de mencionar, evidenció su carácter antipopular, entronando a otro representante de la burguesía. Hasta aquí llegaron las posibilidades reales de dirigir la revolución y dotarle de otro carácter de clase por parte de la izquierda del PLM, de la pequeña burguesía radicalizada y de un sector del anarquismo.La indefinición de los años previos se transformó en confusión y posterior dispersión, disolviéndose en las posteriores pugnas inter burguesas por el poder que se dieron de 1911 a 1917, por lo que esta Revolución Mexicana, por su carácter de clase fue burguesa.Sin embargo, este horizonte, no limitó la potencialidad y creatividad de las masas oprimidas alzadas en lucha armada, a pesar de la falta de una dirección revolucionaria de clase propia.Como lo demuestran los movimientos populares al interior de la revolución, dirigidos en el sur por Emiliano Zapata y en el norte por Francisco Villa. Los campesinos dirigidos por Emiliano Zapata tomaron tierras en el estado de Morelos, desde 1910, las mantuvieron en su poder con las armas en las manos, contra Díaz y después contra los siguientes gobiernos producto de la revolución. Organizaron su fuerza armada en el Ejército Libertador del Sur, que entre otras hazañas derrotó en los primeros años de la revolución al mejor batallón del ejército de Porfirio Díaz: el 5º Regimiento de Oro.No entregaron las armas a la caída de Díaz y, más aún, exigieron la devolución de tierras confiscadas a los campesinos y comunidades y el reparto de tierras a expensas de los contrarrevolucionarios. Lograron establecer una organización propia en las tierras tomadas por ellos, basadas en el ejido y la comunidad, como formas colectivas de propiedad de la tierra (también llamado régimen de propiedad social de la tierra), las trabajaron y garantizaron su subsistencia y perspectiva económica de las regiones en su poder.Esta fracción de la burguesía supo ser consecuente en la realización de su programa, logrando con su perseverancia mantener y sacarle provecho a las tierras tomadas, inclusive después del asesinato de su máximo dirigente, consiguiendo que en la constitución de 1917 establezca gran parte de su programa en el Artículo 27 constitucional y particularmente la nacionalización de la tierra (desde la perspectiva burguesa), teniendo como logro posterior la reforma agraria implementada durante el gobierno de Lázaro Cárdenas, en la década de los 30 del siglo XX.Como cuadro revolucionario de gran talento, Pancho Villa (cuyo nombre real era Doroteo Arango), a pesar de ser utilizado políticamente, desde el inicio de la revolución por varias fracciones de la burguesía para sus fines, las más destacadas, las de Madero, primero y posteriormente Carranza, supo orientarse a pesar de su mínima formación política y académica hacia los intereses del campesinado y masas populares, supo encausar revolucionariamente la tendencia ascendente de lucha y el gran descontento de las masas populares, formando de esas masas de campesinos peones, ejércitos, ganando batallas históricas, llegando a constituir un ejército revolucionario: la División del Norte, que mantuvo a raya a la contrarrevolución en el norte, y que hizo que la fracción burguesa en el poder central se viera obligada a reconocer su poder, nombrándolo gobernador provisional de Chihuahua en 1914.Es de rescatar su consecuencia como dirigente de una fracción radicalizada de la pequeña burguesía dentro de la revolución, quea pesar de sus limitaciones políticas, supo superar momentáneamente la confusión, en el breve periodo de gobierno en Chihuahua, y concretizar un programa revolucionario-popular, como aspiración mínima de las masas levantadas.Durante el gobierno de Pancho Villa, en Chihuahua se hicieron las realizaciones más avanzadas de la revolución burguesa, se hicieron intentos reales de controlar la economía para solucionar los graves problemas de las masas, se emitieron billetes propios, se intervino en el comercio combatiendo la especulación y poniendo orden, requisando granos básicos y productos agropecuarios, regulando los ferrocarriles y telégrafos a pesar de ser servicios federales que legalmente salían de su competencia, se potenció la educación pública, fundando decenas de escuelas públicas, la ciencia y las artes a través de un instituto en la materia. Se expulsó y se expropió a los contrarrevolucionarios, entre otras realizaciones.La burguesía reaccionaria y “revolucionaria” de esa época y sus corifeos se mofan de estas medidas, buscando minimizarlas y evitar que sean tomadas en su justa dimensión, cuando son las realizaciones más avanzadas de la Revolución Mexicana, lo más consecuente de su fracción revolucionaria radicalizada, que no tendrá continuidad sino hasta el gobierno de Lázaro Cárdenas.Una enseñanza común de los zapatistas y villistas fue unificar las fuerzas de los grupos revolucionarios en la Convención Revolucionaria de 1914, de la que surgió un gobierno revolucionario unitario que, sin embargo, no tuvo la capacidad de oponerse al gobierno dela burguesía encabezado por Carranza. A pesar de que militarmente, con las fuerzas principales de los ejércitos de Villa y Zapata, se tomó la capital del país, nuevamente la falta de claridad y capacidad en la dirección política condenó a la revolución burguesa de 1910a realizar el programa del ala más moderada de la burguesía, que al final habría de plasmar esa posición en la Constitución de 1917, incluyendo algunas de las reivindicaciones(democrático–burguesas) más sentidas del movimiento campesino (todavía armado) y del proletariado.A manera de conclusión general, acerca de la Revolución Mexicana y la gran Revolución Socialista de Octubre, podemos plantear que toda la potencialidad y capacidad creadora de masas derivada de la explosiva situación de la lucha de clases en ambos países al inicio de su revolución, fue organizada y dirigida desde perspectivas de clase distintas y los resultados por tanto fueron que la Revolución Mexicana de 1910–1917, por su contenido y alcances, fuera una revolución burguesa de tipo común, sin poder acercarse y menos superarla experiencia revolucionaria francesa de 1789. En tanto que la Revolución Rusa de Octubre significó, en forma y contenido, una revolución proletaria, socialista, la revolución proletaria y socialista clásica cuyos actores fundamentales fueron las masas dirigidas por el Partido Bolchevique, todas las luchas en un solo puño por la construcción de una sociedad sin explotados ni explotadores. Partido Comunista de México (marxista–leninista)
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