jueves, 27 de julio de 2017

[PCMLE / Ecuador] “La Revolución Socialista de Octubre y sus lecciones para la lucha actual de los trabajadores y los pueblos”


Por decisión tomada entre el PCMLE y la JRE, acogiendo el llamamiento de la Conferencia Internacional de Partidos y Organizaciones Marxistas Leninistas, CIPOML, para que en las distintas regiones del mundo se celebre el Centenario de la Revolución de Octubre con diversas actividades, hemos situado como tema central del presente Seminario esta gran gesta de los trabajadores, los campesinos y los pueblos de Rusia.
En efecto, en diversos continentes se vienen organizando seminarios, mítines, reuniones internacionalistas, publicaciones, asambleas y concentraciones, que muestran el hecho de que los comunistas, la izquierda, la clase obrera y otros sectores democráticos, conmemoramos esta gran fecha, debatimos la trascendencia del acontecimiento histórico, extraemos valiosas lecciones del mismo y todo eso nos muestra que las aspiraciones del cambio social, de libertad, del fin de la explotación y la injusticia, la superación del sistema capitalista se hallan presentes en la conciencia de apreciables sectores de los trabajadores, de las personas democráticas que aspiran la justicia social. Estos valores se mantienen pese a la feroz ofensiva anticomunista que los círculos imperialistas y sus gobiernos llevan adelante en contra de los pueblos.
 
Significación del “Octubre Rojo”
La Revolución Socialista de Octubre constituye un hecho de gran trascendencia histórica; sin duda uno de los acontecimientos más importantes del siglo XX, quizá el más importante, no solo para Rusia, sino a nivel internacional, ya que a partir de su realización, se produjo por primera vez el derrocamiento de la burguesía por parte de los trabajadores en sólida alianza con el campesinado pobre y otros sectores populares, en el más grande país de la tierra, con más de 150 millones de habitantes y uno de los atrasados en el desarrollo capitalista.
Con esta victoria de los oprimidos y explotados, el mundo entró a una nueva época histórica: la del imperialismo y las revoluciones proletarias, pues mostró a la Humanidad que era posible dejar atrás el capitalismo a través del cambio revolucionario, y en su reemplazo, edificar un nuevo sistema económico, social y político, de trabajo, justicia y bienestar, el socialismo. Abrió desde entonces esa perspectiva promisoria para los proletarios del mundo, para los pobres de la tierra.
 
Los eslabones débiles de la dominación imperialista
La revolución rusa desarrollada en diversas etapas, desde 1905, hasta la revolución democrática de Febrero de 1917, y de allí a Octubre de ese mismo año, la revolución socialista, principalmente, cumplió un papel de singular importancia para los trabajadores y los pueblos, las naciones y las nacionalidades de ese inmenso país; rompió por vía insurreccional y de masas, el frente del imperialismo, de la explotación y opresión a nivel mundial, demostrando en la práctica una de las importantes tesis del marxismo leninismo, la existencia de eslabones débiles en el sistema de dominación reaccionaria; determinados países y regiones donde convergen una serie de condiciones geográficas, económicas y políticas, donde se producen a la vez, momentos importantes y particulares que tornan sumamente vulnerables los mecanismos de la dependencia. Países y lugares donde se puede aprovechar por parte de las fuerzas revolucionarias, esa transitoria debilidad de las naciones capitalistas dominantes para levantar la lucha por la toma del poder.
Justamente, ese fue el momento que los bolcheviques rusos aprovecharon esas condiciones, en el curso de la Primera Guerra Mundial, cuando los dos principales bloques imperialistas: la Entente (Alemania, Austro – Hungría e Italia, inicialmente) y la Triple Alianza (Inglaterra, Francia y Rusia) se enfrentaron a muerte por sus intereses geopolíticos lo que provocó, inicialmente al menos, que las potencias no pudieran emplearse a fondo para combatir a la revolución que correctamente levantó las banderas de la paz, el pan y la tierra.
Esos anhelos fervientes de los trabajadores, los campesinos y los pueblos, fueron decisivos para ganarlos al campo revolucionario, al igual que las tropas que se hallaban extenuadas por la guerra y que se vieron llevadas a la lucha como el único medio para salir de esa conflagración.
 
La revolución socialista una revolución distinta
La Revolución de Octubre significa una revolución distinta a las anteriores producidas en el devenir de la historia. Las anteriores revoluciones como la rebelión de los esclavos o los siervos de la gleba, las revoluciones burguesas de Inglaterra, Francia o las rebeliones campesinas de Alemania, por su propia naturaleza alcanzaron el relevo o el cambio en el poder de una clase social poseedora, propietaria, por otra que le sucedió en el dominio de Estado.
La revolución social deL proletariado, así mismo, por la propia naturaleza de sus actores se propuso y lo consiguió, la supresión de todos y cada uno de los grupos de explotadores, la supresión de la explotación del hombre por el hombre, la instauración del Poder en las manos de los trabajadores, la plasmación en los hechos de la dictadura del proletariado.
 
El nuevo poder revolucionario
Una de las significativas contribuciones de la Revolución de Octubre en Rusia es que instauró en la práctica la esencial teoría marxista leninista de la dictadura del proletariado, como la forma de Estado de transición del capitalismo al socialismo. Desde que Carlos Marx fundamentara que el Estado no es sino un órgano de dominación y opresión de una clase por otra y que no era posible la liberación de la clase oprimida sin liquidar ese instrumento de dominación que había sido utilizado por las clases explotadoras para mantener su dominio, la experiencia de la Comuna de París de 1871 y definitivamente la Revolución Bolchevique, fundó la República de los Sóviets (Consejos) de obreros, campesinos y soldados, como un Poder nuevo donde se expresaba la dictadura del proletariado.
V. I. Lenin fue muy claro en advertir que solo puede considerarse un marxista, un revolucionario proletario, aquél que hiciera extensiva la cuestión de la lucha de clases al reconocimiento de la vigencia de la dictadura del proletariado.
La dictadura del proletariado es entendida como una alianza entre los proletarios, los trabajadores, las masas trabajadoras del campo, dirigida contra el capital, contra la burguesía; alianza que tiene como fin la instauración y consolidación definitiva del socialismo. Una dictadura dirigida contra los explotadores que han sido derrocados del poder, pero una democracia de modo nuevo para las mayorías. La Revolución de Octubre es la aplicación práctica de la teoría marxista leninista de la dictadura del proletariado y mientras sus principios estuvieron vigentes se demostró efectivamente como un poder político de nuevo tipo al servicio de los trabajadores y los pueblos.
 
La “expropiación de los expropiadores”
Por vía revolucionaria, utilizando la insurrección armada, la violencia revolucionaria, los trabajadores en Rusia “expropiaron a los expropiadores” de los principales medios de producción de los que disfrutaban a expensas del esfuerzo y el sudor, de la explotación inmisericorde de las masas trabajadoras, la decadente nobleza zarista, los terratenientes y grandes burgueses de ese inmenso país. La revolución convirtió esa gran propiedad privada de una minoría privilegiada en propiedad colectiva, de la sociedad misma, para beneficio de las mayorías, terminando así la odiosa diferenciación social, la explotación del hombre por el hombre.
 
Derrumbe de la opresión nacional
El oprobioso régimen de la autocracia encabezada por el zar (“gran rey”), que representaba y defendía a una rancia nobleza, así como los intereses de los terratenientes feudales y de la burguesía, había convertido a Rusia en una “cárcel de pueblos”. Oprimía cruel y violentamente a las nacionalidades y pueblos como Armenia, el Turkestán, Ucrania, Azerbazhdian, que el régimen reaccionario ubicaba en la periferia del imperio a través de la discriminación étnica, los prejuicios religiosos, la xenofobia y el chovinismo de la “gran Rusia”. Solo la Revolución, a través de sus avanzadas y claras posiciones sobre el movimiento nacional, permitió que los pueblos, naciones y nacionalidades de Rusia encontraran en el llamamiento y organización de los bolcheviques, las motivaciones profundas para su propia liberación. Esto significó un gran aporte para el movimiento de independencia de las colonias, semi colonias y países dependientes a nivel mundial, puesto que después de la conquista del poder por parte del proletariado en Rusia, encontró una poderosa guía y ejemplo en su lucha emancipadora en contra de las metrópolis imperialistas.
 
El rol histórico del proletariado
La revolución rusa tiene una gran significación internacional puesto que erigió de manera categórica a los proletarios, a los trabajadores, como una clase social en el poder, y mostró que esa clase como producto genuino del capitalismo, estaba llamada a cumplir el papel de vanguardia revolucionaria de las otras clases sociales oprimidas, de fuerza social que habría de jugar el papel dirigente en las transformación social, y que ésta para ser auténtica, habría de producirse por la vía revolucionaria, insurreccional, proclamando a todos, que solo la revolución es cambio.
La clase obrera rusa, sin embargo de no ser una clase mayoritaria entre la población del país tenía a su haber una rica experiencia acumulada en sus luchas reivindicativas y políticas, en sus huelgas parciales y generales, en sus reñidos combates contra la voraz explotación de las empresas de capital francés, inglés y específicamente ruso. Empresas capitalistas que se formaron teniendo al régimen zarista como sustento y al imperialismo como garantía para establecerse y desarrollarse en ese país. Los obreros rusos habían ganado una importante experiencia en las masivas jornadas de combate que precedieron a 1905, en la lucha contra el zarismo y la explotación capitalista; habían fundado desde esa época los sóviets (Consejos) de obreros, campesinos, desde un inicio para enfrentar la lucha cotidiana, las exigencias y reivindicaciones, que se fueron convirtiendo hasta 1917 en un importante soporte de la organización y expresión política de los trabajadores y luego del triunfo revolucionario en el puntal más robusto de la construcción socialista, de la que emanaba el poder político proletario. 
Por entonces, más allá de las fronteras de Rusia, se desenvolvía un poderoso movimiento obrero en Europa que enfrentaba con lucha la dura crisis originada en la guerra imperialista, maduraba en Occidente y el Oriente despertaba con la lucha de las colonias y semi colonias. Esto aseguró para la revolución, aliados fieles en su lucha contra el imperialismo mundial. La clase obrera rusa estaba jugando a nivel nacional su papel de sepulturera del capitalismo y se alimentaba del apoyo de los campesinos y soldados que aspiraban fervientemente la paz y la tierra. La lucha de los trabajadores a nivel internacional formaba parte de esos combativos afluentes necesarios para la toma y el sostenimiento del poder.
 
Un partido probado por su experiencia
No se podría hablar de Octubre de 1917 si no se habla del Partido de los bolcheviques rusos. Surgido en los albores del siglo pasado, asume de inicio el nombre de Partido Obrero Social Demócrata Ruso, POSDR que cumple una trayectoria apasionante en la que destacan una pléyade de dirigentes revolucionarios junto a las principales e indiscutidas figuras: V.I.Lenin y J.V. Stalin, que desarrollan de modo firme y consecuente, una intensa lucha de ideas y de acción política de gran trascendencia en las filas socialdemócratas y del movimiento revolucionario de la época para construir un partido caracterizado por ser una vanguardia consciente y de alto nivel de organización y disciplina, al servicio del proletariado. Una formación política que en un persistente proceso se construyó como el partido político de la clase obrera, lo más selecto de la clase, guía y dirigente de la revolución.
Las diversas clases, partidos y organizaciones existentes en el panorama ruso, efectivamente planteaban diversos puntos de vista sobre la realidad concreta y formulaban sus visiones y propuestas sobre lo que había que hacer y cómo enfrentar esos acuciantes problemas que se estaban viviendo. Es obvio, que cada una de esas formaciones partía, para sus opiniones y posiciones, de los intereses de las clases y sectores a quienes ideológica y políticamente se debían, por ejemplo los “eseristas” o socialistas revolucionarios, los reformistas (mencheviques y oportunistas), los liberales (kadetes) y el propio régimen zarista que manejaba la situación de acuerdo a sus intereses y designios para mantenerse en el poder y conservar sus privilegios.
En estas condiciones, sólo el Partido Bolchevique de Lenin, Stalin y otros dirigentes, pudo erigirse y ganar la confianza de la clase obrera, conseguir el apoyo firme de los campesinos pobres, de los pueblos y nacionalidades del imperio ruso para conducirlos a la denodada lucha para la conquista del poder.
 
Algunas lecciones que nos señala “Octubre”
Notables son las lecciones y enseñanzas que nos deja la Revolución de Octubre y que son de gran utilidad para el momento presente en que el imperialismo y el capitalismo siguen dominando en la palestra mundial; existen, para desgracia de la humanidad; sus monopolios que sobreexplotan a los trabajadores en los distintos ámbitos del planeta; oprimen de forma voraz a los países dependientes y atrasados; llevan adelante sus criminales designios de atraco, dominación y propician guerras y conflictos localizados para sacar ventaja de ellos; por sus intereses y contradicciones, ponen en vilo la paz mundial; pisotean agresivamente la independencia y soberanía de los países, naciones y pueblos; son los responsables de las oleadas de refugiados, de las migraciones, en las que se hacen tabla rasa los derechos y la dignidad humana.
 
Vigencia de la revolución social
Por estas razones, para cambiar y terminar esta dura situación, la única salida que está vigente y es viable para los trabajadores, la juventud, las mujeres y los pueblos sigue siendo la revolución. Para su organización, realización y su victoria, se deben tomar en cuenta los escenarios en que se desenvuelve la lucha de los trabajadores y los pueblos, el nivel de conciencia, organización y movilización de las masas trabajadoras; la situación en la que se halla el campo del enemigo en general y la perspectiva mediata e inmediata, económica, política y social de cada país; las circunstancias de orden interior y exterior y las particularidades diversas que se presentan.
La revolución en nuestros días tiene su vigencia en un país en donde se hallen presentes, en donde puedan generarse, condiciones específicas que permitan su realización. Como ayer y como hoy, no puede ser un óbice que la transformación social pueda producirse en un solo país, contando con un firme apoyo internacional de los trabajadores y los pueblos del mundo. La tesis sustentada por algunos sectores respecto de que la revolución solo puede realizarse en escala continental o regional, exclusivamente, no es resultado de la experiencia que hemos vivido en la realidad y pese a las derrotas sufridas por diversos factores, en algunos de los procesos revolucionarios, la verdad es que la lucha por la transformación social pudo levantarse en diversos países y en distintos momentos. Argelia, Cuba, China, Vietnam, son algunos de esos ejemplos.
 
El proceso revolucionario
Organizar y hacer la revolución debe ser entendido como un proceso que tiene un camino contradictorio; avances y retrocesos, victorias y derrotas, momentos de aceleración y reanimación; de dificultades y marchas forzadas, ardua y persistente acumulación de fuerzas, en que los actores de la revolución encabezados por la clase obrera y su partido sean capaces de arrostrar todas las batallas parciales y generales, los combates reivindicativos y políticos frente a las acciones que los enemigos de clase empujan en contra de los trabajadores de la ciudad y del campo, la juventud, las mujeres y los pueblos. Hay que insistir en la necesidad de siempre trabajar con la bandera de la unidad, para agrupar a todas las fuerzas interesadas en el cambio.
Necesitamos afirmar la concepción de que los pueblos hacen la historia, la revolución es la obra de las masas trabajadoras y ellas deben jugar un papel protagónico a condición de la conciencia y la disposición por el poder. Las masas necesitan de esa conciencia y el partido las hace conscientes; aprender a utilizar de acuerdo a las condiciones que se presentan, las diferentes formas de lucha y por vía insurreccional, por medio de la violencia revolucionaria, lanzarse en el momento más apropiado a la toma del poder como condición central e indispensable, para la edificación de la nueva sociedad, del socialismo.
 
Una ideología revolucionaria 
Es necesario inspirarse en una ideología, una doctrina revolucionaria que tenga un carácter objetivo, cuyos postulados estén en consonancia con las ciencias que señalan el curso de las sociedades desde su génesis y su desarrollo, que permita determinar los factores que mueven el desarrollo, las fuerzas interesadas en la lucha y la transformación social; la dirección que marca el rumbo de sus objetivos. En el caso de la Revolución de Octubre, ésta tuvo inspiración en la ciencia del materialismo histórico, del marxismo – leninismo, asimilada, sostenida, difundida y practicada por el partido bolchevique que en su camino adoptó el nombre correspondiente de Partido Comunista (bolchevique) de la URSS.
 
Una creativa, ágil y masiva propaganda
Una gran labor propagandística y de agitación fue organizada por el partido, las diversas organizaciones proletarias en el seno de las masas trabajadoras a partir de numerosos periódicos, boletines, obras de diversos autores, artículos, que jugaron un papel importante en la forja de la conciencia y disposición de lucha en las distintas jornadas durante el proceso revolucionario, propaganda que circuló en los centros fabriles, en el campo, en las universidades y liceos; en las huelgas, levantamientos y movilizaciones. La activa labor de propaganda y agitación de los bolcheviques en el seno de los sóviets, en las fábricas e incluso en las trincheras, durante la guerra, fue decisiva en el curso de la revolución.
 
La necesidad del partido comunista
Un partido guiado por esa ideología, con una persistente y consecuente práctica social, con una disciplina férrea y con marcado heroísmo, supo –en un proceso– ganarse el favor, la confianza y el respeto de las masas trabajadoras, de los campesinos y otros sectores sociales de los pueblos de Rusia, avanzando en la primera línea del combate, pero que a la vez supo replegarse con acierto en los momentos de reflujo revolucionario, que tuvo innúmeros cambios de táctica en los distintos momentos del proceso para preservar sus fuerzas, reorganizarse y avanzar a las nuevas batallas que demanda la emancipación. Ésta es una magistral lección para los revolucionarios de hoy en día. Hacer de nuestros partidos y organizaciones políticas verdaderos batallones de la lucha revolucionaria, que encabecen las banderas de unidad, disciplina y consecuencia con los elevados intereses de la emancipación.
 
Partido Comunista Marxista Leninista del Ecuador, PCMLE


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